Cuando me levanto estoy de mal humor, es mejor que no digan buenos días porque mi cara responde haciendo gestos asquerosos, mi nariz que es un ñoqui, amanece hinchado y parece un sorrentino de jamón, ricota y muzzarela. Pero, el ánimo puede cambiar con una taza de café con leche y mucha espuma. La espuma logro hacerla sirviendo la leche del sached a una altura considerable, entonces el líquido cae, golpea y se forman las burbujitas.
En la primaria, iba a la mañana al colegio, mi mamá me preparaba la chocolatada caliente, en esa época tomar la leche a las 7:00 am en punto me causaba naúseas. Mi papá nos llevaba caminando hasta el Normal 7, ibamos por Salguero, doblabamos por Humahuaca todo derecho hasta llegar al cole. Antes parabamos en el Kiosco que estaba en Gascón, mi papá me comparaba las galletitas manón en el empaque transparente, venían 4 galletas, siempre las guardaba en el bolsillo del guardapolvo, tenían la misma medida. También nos daban 1 peso en billete para comprar en el kiosco del colegio. Mis viejos escuchaban en la radio a Magdalena Ruiz Guiñazu, cómo olvidar el olor al guardapolvo limpito, recién planchado.
A los 7 años no tenía pecas, me hubiera gustado tener pecas, sólo tenia un lunar en el cachete, ya de grande a los 14 me empezaron a salir pecas y después unas manchitas marrones por tomar sol.
Pensaba que las pecas podían ayudar a conseguir algún novio de pequeña, y el no tenerlas no me favorecía.
Descubrí al varón, por decirlo así a los 15 años, pero a los 11 ya me había enamorado de un compañero del cole, era argentino, pero había venido de Canadá donde vivía con toda su familia. No hablaba bien castellano. En el aula se sentaba en el banco de adelante, como decir que le iba bien en inglés y yo no entendía ni j...