Todos los días iba al mismo grupo de terapia para superar su adicción al amor. Le costaba dejar de amar.
Al levantarse por la mañana, prometía desprenderse de a poco, sacando pedacitos. Pero le dolía tanto, tanto que se los pegaba de nuevo con cinta adhesiva.
Los pedacitos eran retazos de recuerdo que había guardado. Olores, colores, asperezas, durezas, otras eran caricias que de vez en cuando las sentía presentes, tal es así que se daba vuelta para ver quien lo acariciaba. Pero no había nadie.
Un miércoles se enojo tanto que prometió pelearse con el mismo, batallo una lucha libre por ver quien se iba de su cuerpo, él o el amor.
Tomo el tren para San Pedro, y vio de lejos como el amor se había ganado su cuerpo en una pelea justa.
Chau, amor - dijo.
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